martes, 29 de junio de 2010
Entonces, me abrazó
Entonces, me abrazó por primera vez. Luego corrió hacia su padre y se lanzó sobre él dando gritos de alegría. De camino a casa, buscaba botellas de plástico vacías, chapas, piedras y demás basura que había en la calle y nos pedía que la chutáramos fuerte. Cada disparo mío era un gol que él celebraba como minutos antes lo había hecho su jugador favorito. Por un momento, un sólo momento para mí hasta ahora insignificante, dentro de cuántos momentos tristes y mucho más importantes que éste, aquel chiquillo me hizo sonreír. Ya no me veía como la novia de su padre, o puede que sí, pero gracias a aquella tarde y a aquel gol pasé a ser su amiga. Y entonces caí en la cuenta de que un momento feliz, por efímero y estúpido que sea, vale más que todos los demás momentos aburridos que lo rodean.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario