El superhéroe llegó a casa y se sentó en el sofá. Abrió una lata de cerveza y puso la televisión. Las noticias hablaban de un terremoto en un país caribeño con pocos recursos y de cientos de miles de muertos, desaparecidos y afectados. El superhéroe llamó al presidente de su gobierno, quien rechazó su propuesta de enviar ayuda a los damnificados y, además, le recomendó no viajar a tal país. El superhéroe llamo al presidente del país afectado, pero ya se había marchado a otro lugar, lejos del desastre. El superhéroe se quitó su ridículo disfraz, se calzó unas botas de montaña, se vistió unos pantalones con muchos bolsillos, se puso una camiseta cómoda y agarró su maletín. El superhéroe cogió un vuelo al país afectado que él mismo pagó. Cuando llegó, se escondió de los desvalijadores, asaltantes y grupos callejeros que se habían hecho con el control de la ciudad y habían saqueado tiendas y supermercados. Y por fin llegó a la zona donde el terremoto había hecho más daño, donde no quedaba un edificio en pie. Allí se encontró con niños, mujeres, hombres y ancianos que sólo pedían un poco de agua. Si la hubiera encontrado, se la habría dado. Y cuando pensaba que aquello era el final, el superhéroe vio a más superhéroes. Uno de ellos subía a un niño a una camilla. Otro ayudaba a apartar un montón de escombros de entre los cuales asomaba una mano. Otra era una vieja que aún no se había quitado el disfraz de superhéroe y que, mientras le limpiaba la sangre de la cara a una mujer mayor, creía en su comunidad y se preguntaba si su jefe no podía desplazarse desde el Vaticano para echar una mano. Meses después, tras ayudar a reconstruir la zona, el superhéroe vuelve a casa habiendo salvado varias vidas, muchísimas menos de las que no pudo salvar, con la sensación de poder haber ayudado más. Se sienta en su sofá, abre una lata de cerveza y pone la televisión. Las noticias hablan de presidentes de gobierno corruptos, de gente que está de vacaciones en algún paraíso caribeño y de un ciclón que ha causado estragos en un país de Asia oriental. El superhéroe llama al presidente de su gobierno, al del país afectado y se compra un billete de avión.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Me ha encantado, Pablo!! Los personajes que describes sí que realmente ayudan a la sociedad. Yo es la ayuda que mas valoro, la que se hace sin grandes fastos. Enhorabuena por tu microrelato. Ana C.
ResponderEliminar