Esta mañana me ha despertado mi móvil. No era el despertador, era un mensaje. Era de un número que desconocía. Me decía que sentía no poder venir hoy, que sería mejor dejarlo para el viernes, después del examen. Le he dado muchas vueltas, no recordaba haber quedado con alguien hoy, y menos tener que hacer un examen el viernes... Así he estado un buen rato, hasta que he resuelto que el emisor ha debido de confundirse. Le he contestado que yo no era su receptor, no fuera que el genuino aún estuviera esperando su respuesta (he pensado en un joven fumando al lado de una fuente mirando el reloj sin noticias de su amigo, mirando el reloj y contando las personas que entran a la tienda de música). Nadie ha contestado dándome las gracias. Seguramente, para la persona que envió el primer mensaje, el mío también le haya parecido extraño. Desde aquí, te mando un saludo y, si nos conocemos, firma el mensaje porque no tengo tu teléfono en la agenda.
En cualquier caso, hoy, en el blog:
El Spiderman francés detenido en Sidney, otra vez en lo alto de un rascacielos
Los dinosaurios fueron duros de pelar para los meteoritos
Las declaraciones de Dani Pedrosa
Ben Johnson, Robert Paris y The Drums
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