¿Y esto de qué va?

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lunes, 28 de marzo de 2011

El que no llora no mama

Es tan cierto como triste. Si no, ¿cómo se entiende que un paciente tenga que quejarse en dos hospitales de urgencias distintos en una misma noche para conseguir la medicación que necesita? Al parecer, los ciudadanos de a pie (somos todos esos a los que no nos ponen un coche y cuatro funcionarios del Estado para ir a la peluquería) no tenemos nada mejor que fingir un dolor que no nos deja dormir en lugar de irnos de copas con nuestros amigos la noche que empiezan las fiestas del pueblo. A base de quejarnos, conseguimos que nos hicieran caso, nos proporcionaran la medicina y pudiéramos descansar. Al igual que ese profesor sin vocación, pasión ni voluntad que ha decidido unánimemente "dar por perdido" a ese alumno de once años. O igual que ese camarero que lleva una noche loca, que salta de mesa en mesa y ya ha olvidado hasta cómo se llama, al que, por cierto, aún le quedan diez días a este ritmo, no sabe aceptar una broma y te recibe con cara de perdonarte la vida. Para él tengo algo tan insensible como obvio: si trabajas de cara al público, me importa una mierda si te ha dejado tu novia o se ha muerto tu padre, estás para atender con educación y una sonrisa. A todas esas personas que están al servicio de los demás, funcionarios o no, que, en teoría, deben ayudarnos a solucionar nuestros problemas y que, en la práctica, parece que te estén haciendo un favor por atenderte y, muchos de ellos, ni siquiera te miran a la cara, para todas ellos tengo otro refrán. Yo tengo aquí una polla bien grande y unos cojones tan grandes como los vuestros. Y también tengo la extraña costumbre de no depilarme el bello púbico. Así que podéis venir a mi casa de 4 a 8 de la tarde (sí, yo sí trabajo más allá de las 15 horas) y chuparme la polla. A lo mejor los pelillos os hacen cosquillas o se os meten en los ojos para escocer hasta que derraméis una lágrima. ¡Cómo me gustaría! Y de paso le damos la vuelta al triste aunque cierto refrán y lo dejamos así: el que no mama, no llora.

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