La llave que abría su puerta, y cuya pila misteriosamente aún no he tenido que cambiar, cayó en mis manos en junio de 2005. Con 80.000 km en las ruedas y los elevalunas rotos, lo primero que hice fue ponerlo a punto e instalarle una radio-cd debajo del volante para asombro de acompañantes y copilotos. Los viajes por Europa central y el frío inverno alemán no pudieron con su batería, aunque a veces le congelaron las puertas delanteras y tuve que entrar por el maletero. Tampoco el calor insular ni los caminos de cabras por los que lo metía en la Menorca profunda. Ha resistido al nunca predecible pilotaje de los habitantes de Castellón. Ha precisado de asistencia mecánica en contadas ocasiones y siempre ha pasado la ITV como si fuera su primera vez, nervioso y con buena nota. Ha sido mi alternativa a la tiranía de los precios y servicios de RENFE, mi conexión con casa, con mi familia, con Alicante. domingo, 4 de septiembre de 2011
Ibizica: 200.000 km
La llave que abría su puerta, y cuya pila misteriosamente aún no he tenido que cambiar, cayó en mis manos en junio de 2005. Con 80.000 km en las ruedas y los elevalunas rotos, lo primero que hice fue ponerlo a punto e instalarle una radio-cd debajo del volante para asombro de acompañantes y copilotos. Los viajes por Europa central y el frío inverno alemán no pudieron con su batería, aunque a veces le congelaron las puertas delanteras y tuve que entrar por el maletero. Tampoco el calor insular ni los caminos de cabras por los que lo metía en la Menorca profunda. Ha resistido al nunca predecible pilotaje de los habitantes de Castellón. Ha precisado de asistencia mecánica en contadas ocasiones y siempre ha pasado la ITV como si fuera su primera vez, nervioso y con buena nota. Ha sido mi alternativa a la tiranía de los precios y servicios de RENFE, mi conexión con casa, con mi familia, con Alicante.
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