Ayer tarde, fuera de lugar sin esa extraña sensación de domingo que te tiene preocupado por lo que vendrá el lunes, hice, por fin, lo que mi madre me venía pidiendo desde que me fui a estudiar a Castellón: tirar la ropa vieja del armario. Calcetines que creía haber perdido, camisetas de las que ya no me acordaba, pantalones que ahora es imposible que me entren... Muchas de esas prendas eran heredadas de mi padre, de mi hermano y hasta del marido de mi hermana. Pensé que era el momento de que otra persona las heredara y, como mis sobrinos aún son demasiado pequeños, las llevé a un lugar de recogida. Me quedé una chupa de cuero de mi padre a la que no le va la cremallera, no me la voy a poner nunca, pero hay cosas que no puedes tirar. Mientras meto la ropa vieja en la caja de cartón, me doy cuenta de que toda mi vida está ahí dentro, de que si las chaquetas y las camisas pudieran hablar, me recordarían todo lo que he visto desde que dejé de crecer, ni siquiera me harían falta las fotos porque podría pasarme meses hablando con mi ropa vieja, reviviendo anécdotas, peligros, besos y fracasos desde los quince años. Pensé en encerrarme en el armario y tirarme al mar, como en aquel video de The Cure, para no volver a olvidar todo lo que he vivido. Pero prefiero seguir viviendo más y, cualquier otro día, encontrar en otro armario nuevos recuerdos para echar una lagrimica.
Hoy en el blog:
adiós a Shoya Tomizawa, descanse en paz el piloto japonés de 19 años
polémica lingüística en las universidades catalanas
las polémicas declaraciones de la actriz Magüi Mira
recordamos a Juan Sebastián Elcano y su primera vuelta al mundo, a Nina Persson y a Klaxons
además, nuevo disco de Tote King
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Aún no tengo palabras para lo de Tomizawa. Impresionante.
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