Miguel siguió a Nico por el pasillo cojeando, con la zapatilla en la mano. Nico se giró hacia él y le contestó a su curiosa pregunta:
—Va todo por detrás.
—¿Cómo por detrás? —preguntó Miguel calzándose el pie.
Nico encendió la pantalla del ordenador y se sentó frente al escritorio.
—Pues que todos tus residuos salen por la back door. Se acabó lo de mear en la calle entre dos coches.
Miguel agarró una silla plegable de madera y se sentó junto a su instructor.
—Oye, Nicolás, ¿y tú qué pintas en todo esto?
—¿Quién es Nicolás? —preguntó sin separar la vista de la pantalla y con una ligera mueca.
Miguel no contestó. Sus gestos confusos y su torpeza para iniciar una frase provocaron que Nico alargase esa mueca y comenzara a reír.
—Nico es de Nicomedes. Soy el que prepara la victoria.
—¿Como un entrenador?
—Algo así. Aunque últimamente estoy de chico para todo. Ya ves, hace un rato me han enviado a recoger a un nuevo que entraba en la pasarela.
Nico navegó por Internet durante unos minutos y dejó preparada una página sobre la historia, poderes y puntos débiles de Penny (ver capítulo anterior). Luego se levantó y dejó su silla a Miguel. Encendió un cigarro y se fue al salón.
Allí descolgó el teléfono y marcó un número. Miguel seguía en el despacho leyendo sobre su enemiga principal, aunque sin quitar la oreja de la conversación de Nico.
—¿Cómo me lo enviáis a mí? ¿Sabes que lo está buscando Penny? Me refiero a que lo está buscando de verdad. Ha estado en mi casa, por poco entra y me arranca la cabeza. No. Que no. Oye, no me puedes enviar al Arcángel Miguel así de buenas a primeras.
Miguel inclinó la silla hacia atrás y se apoyó en el quicio de la puerta para no caerse. Asomó la cabeza y vio a Nico dar vueltas alrededor del sofá tirando del cable del teléfono y discutiendo airadamente.
—¿Y cómo se supone que voy a protegerlo de Penny sin mi espada? Oye, tú no tienes ni puta idea. No sé ni cómo te pusieron de encargado. Está claro que no es por chupar pollas, así que ha debido de ser por lamer culos. Pasa mi queja y que me respondan mañana mismo, ¿me oyes?
Nico miro el auricular, escuchó el pitido de comunicando y lo lanzó contra la mesita del salón. Miguel se asusto y se calló de espaldas de la silla. Nico se acercó hasta él, le dio un golpecito con el pie y cuando vio que abría los ojos le dijo:
—Acuéstate en este cuarto, mañana tenemos jaleo.
—¿Adónde vamos? —preguntó Miguel desde el suelo.
—A trabajar, ¡no te jode! ¿Cómo crees que pago esta casa? A ver si te piensas que me dan dinero por recoger a capullos como tú en el campo.
—¿De qué trabajas? —dijo Miguel levantándose del suelo y sacudiéndose el polvo de los pantalones.
—Mañana lo verás.
Espero que os haya gustado el cuarto capítulo de la historia. En el próximo veremos dónde trabaja Nico (se aceptan propuestas), a quién ha llamado para quejarse y cómo hará Miguel para evitar a su gran enemiga Penny. Comentarios y propuestas aquí, en el blog, o por facebook, twitter y e-mail.
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Me preocupa comprobar que soy el único que comenta por aquí, y que mis ideas se están añadiendo a la historia.
ResponderEliminarEn fin, voto porque Nico trabaje de cartero o repartidor, algo que le permita moverse mucho y conocer gente. De esta manera, tendrá unos cuantos contactos que podrán ser útiles para la historia...
Hola, Tido!
ResponderEliminarHay gente que me lo comenta por facebook y demás, pero sí, por aquí algunos anónimos y adriana aparte dé ti. Me gustan tus aportaciones y las tengo en cuenta. A ver qué pasa en el próximo ;o)
Creo que Miguel trabaja en un sex-shop, o en un club de chicas... el algún sitio torrido donde puede codearse con personajes oscuros.
ResponderEliminarPor otra parte, está claro que Miguel ha llamado a la "oficina central", ¿no? Ha estado quejándose a la secretaría de San Pedro, por lo menos...